The Serenity Prayer

La oración de la serenidad

En el blog anterior hablamos acerca de lo misteriosa e impredecible que puede llegar a ser la vida, de que todo tiene un comienzo y un final, y que nosotros vamos mutando y cambiando a partir de los eventos que se nos presentan, pero no hablamos acerca de las herramientas que nos sirven de guía en los momentos de mayor tristeza y soledad.

Creo que todos podemos estar de acuerdo en que cada vez que algo malo nos sucede, sin importar creencias o religiones, acudimos a alguna fuerza superior para pedir fortaleza y paciencia frente a lo incierto. Como seres humanos sentimos la necesidad de conectar con algo más grande que nosotros, con alguna entidad o símbolo que nos de esperanzas y serenidad en tiempos oscuros, ya que no tenemos todas las respuestas ni la capacidad de entender el porqué de las cosas.

Como parte de mi experiencia, puedo decir que el 2015 marcó mi vida porque sufrí la pérdida de mi perrita, la cual era muy especial para mí. Ella era parte de mi familia, y un día abandonó este mundo sin ninguna explicación o razón aparente. Aquellos días fueron especialmente difíciles para mí, estaba realmente devastada y sola… hasta que, de la nada, Dios hizo su acto de aparición a través de mi querida hermana. Lo curioso de esta situación es que, a mi entender, ella no era una persona demasiado religiosa ni espiritual; sin embargo, me regaló un bello cuadro con una oración gravada que realmente significó un antes y un después en mi vida.

En esta ocasión, me gustaría compartir y analizar con ustedes esta oración, que se ha vuelto mi favorita. Ella me ha acompañado, reconfortado y ayudado en los momentos más duros de mi vida. Ha sido una bocanada de aire fresco cada vez que he necesitado algún tipo de respuesta, y me ha vuelto más resiliente frente al dolor. Dice así:

Dios, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
valor para cambiar aquellas que puedo,
y sabiduría para reconocer la diferencia.

Pero, ¿qué nos querrá decir cada uno de sus fragmentos? Leámosla detenidamente:

Dios, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar…

¿Cuántas veces nos hemos enojado por no poder alcanzar algún objetivo, o por no poder modificar una situación? ¿En cuántas ocasiones nos hemos enojado con alguna persona por tener una mala actitud y dañarnos a nosotros o a nuestro entorno? ¿Cuántas veces hemos sufrido pérdidas irreparables que son difíciles de aceptar? En cada uno de esos momentos, la vida nos ha demostrado que no poseemos el control total de las cosas, que hay situaciones que nos exceden y nos trascienden como seres humanos, y no necesariamente tienen una explicación coherente. Y es que, ¿cómo podríamos saberlo? Si así fuera, poco nos quedaría por aprender, experimentar y vivir. Por eso, a través de estas palabras, Dios nos invita a ser humildes y a desarrollar nuestra capacidad de actuar de manera serena y paciente. Imaginen si cada persona del mundo, en situaciones de adversidad, reaccionara impulsiva y pasionalmente. Sería un verdadero caos, no habría límites ni autocontrol, sería la lucha del más fuerte; por ende, no habría margen para la introspección y el crecimiento personales.

Valor para cambiar aquellas que puedo…

Ahora bien, Dios nos dice que en ciertas ocasiones es posible el cambio. Pero, ¿de qué cambio nos estará hablando? ¿De cambiar a los demás o cambiarnos a nosotros mismos? Si hay algo que me ha dejado en claro esta vida, es que, si somos lo suficientemente privilegiados, hay cosas que definitivamente podemos elegir, por ejemplo: de quién rodearnos; en quién confiar y a quién escuchar; y qué consumimos, y aquí me refiero tanto a alimentos como a libros, noticias, diarios, etc. Está en nuestras manos elegir qué queremos para nuestras vidas, pero hay que tener el valor suficiente para decidirlo y hacernos cargo de nuestras elecciones.

Y sabiduría para reconocer la diferencia…

Esta última oración es, quizás, la más difícil de poner en práctica. A veces nuestros egos nos hacen creer que podemos hacer más de la cuenta, pero la sabiduría y la humildad nos ayudan a distinguir aquellas cosas que podemos lograr y las decisiones que nos harán bien al alma. La sabiduría no es algo que se consigue de un día para el otro, sino que se construye a partir del aprendizaje que nos dejan los eventos que nos presenta la vida. No es extraño que en las comunidades tribales los ancianos sean las personas más sabias, aquellos a las que los demás acuden para obtener consejos y guía. Por ello es tan importante poder conectar con nuestra intuición desde un lugar genuino y espiritual, y no desde el propio ego. Debemos entender que hay cosas que jamás podremos captar, pero Dios nos guiará, nos abrazará y dará cobijo.

En resumen, todo sucede por y para algo, cada evento tiene su razón de ser por más que no podamos captarlo en su totalidad. Personalmente, esta oración me da paz y me ayuda a entender que no todo depende de mí, que la vida es un ciclo, y así como hay momentos buenos también los hay malos. Espero que puedas incorporarla a tu vida y a hallar consuelo en ella tal como yo pude hacerlo. Finalmente, no dudes en contactarte si estás pasando por un momento difícil o solo necesitas hablar con alguien, recuerda que no estamos solos.

jeannettecollazo.com

Jeannette is available for keynote addresses, breakout sessions, and panel discussions. Contact her for availability.