La oración de la serenidad – Parte 3

Luego de haber reflexionado acerca de las primeras frases de esta oración, traigo para ustedes su tercera y última parte. Esta serie de blogs ha significado mucho para mí, ya que me ha permitido compartir con ustedes algo muy personal. Considero que cuando algo nos hace bien, debemos hacerlo llegar a más personas para que esa energía sanadora pueda expandirse hacia los demás y ayudar a quien lo necesite.

Veamos la última frase:

 

Aceptando, como lo hizo Jesús, este mundo pecador tal y como es, y no como me gustaría que fuera;

Creyendo que Tú harás que todas las cosas estén bien si yo me entrego a Tu voluntad;

de modo que pueda ser razonablemente feliz en esta vida e increíblemente feliz Contigo en la siguiente.

 

Aceptando, como lo hizo Jesús, este mundo pecador tal y como es, y no como me gustaría que fuera…

 

Este fragmento de la oración habla sobre algo fundamental, una capacidad que todos deberíamos poder desarrollar: la aceptación. ¡Qué difícil resulta aceptar las cosas como son! Cuántas veces nos habremos enojado porque algo no sucedía de la manera en que lo deseábamos, o cuán insatisfechos nos hemos mostrado a lo largo de la vida frente a situaciones que esperábamos se dieran de forma diferente.

 

Personalmente, suelo sentirme mal cuando personas cercanas a mí, actúan de manera inesperada, o reaccionan de una forma en la que yo no lo haría. Esa sensación de carencia es realmente dolorosa, pero si nos ponemos a pensar en ello, ¿por qué todo debería ser o funcionar de la manera que yo quiero? Si, tal como lo dice la oración, este mundo es imperfecto y tiene tanta luz como oscuridad, ¿cómo pensar que todos tendrán conmigo la mejor actitud? Además, ¿por qué exigir o demandar que las cosas sean distintas si nosotros mismos somos imperfectos y cometemos errores?

 

A lo largo de los años he pensado en esto, y he intentado no dejarme llevar por esas emociones, y realmente considero que cuando logro aceptar, experimento una sensación de paz que es inexplicable. Y creo que esta sensación proviene de un estado espiritual muy particular, que es el no esperar nada de nadie, simplemente ser y aceptar con gratitud las cosas como se dan y como son.

 

Pero, ¿cómo confiar en que todo tiene una razón de ser, y que las cosas siempre suceden para que podamos aprender y crecer? La oración lo dice:

 

Creyendo que Tú harás que todas las cosas estén bien si yo me entrego a Tu voluntad; de modo que pueda ser razonablemente feliz en esta vida e increíblemente feliz Contigo en la siguiente…

 

Todo se reduce a aceptar la voluntad de Dios. Debemos entender que no todo depende de nosotros, y que no somos súper héroes con el poder de cambiar todo a nuestro alrededor. Poder ser humildes y aceptar nuestra finitud, y también nuestra ignorancia respecto a muchísimas cuestiones que realmente nos exceden, es poder aceptar que la vida tiene sus ciclos y que cada cosa sucede por una razón que quizás jamás lleguemos a comprender. Pero, ¿sabes qué? Eso está bien. No es necesario que invirtamos nuestro tiempo en intentar saberlo todo, ni en querer que todo sea perfecto.

 

Para mí, la “perfección” se encuentra en las pequeñas cosas, en los pequeños momentos. Y eso es enorme. Poder apreciar y valorar cada bendición que Dios nos ha brindado en el camino es el verdadero objetivo en esta vida, o al menos lo es para mí. ¡Y es lo que mayor felicidad me brinda!

 

A modo de resumen, lo que esta oración está queriendo decirnos básicamente, es que soltemos el control. Que podamos dejarnos ser y fluir con la vida, y que confiemos en que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros; un plan que será el adecuado dependiendo de lo que debamos aprender en esta vida. Quizás no resulte perfecto cuando nos toque vivirlo, pero definitivamente cobrará sentido con el tiempo.

 

Les dejaré esta maravillosa oración debajo, para que acudan a ella cuando lo necesiten.

Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,

el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar

y la sabiduría para conocer la diferencia;

Viviendo un día a la vez, disfrutando un momento a la vez;

Aceptando las adversidades como un camino hacia la paz;

Aceptando, como lo hizo Jesús, este mundo pecador tal y como es, y no como me gustaría que fuera;

Creyendo que Tú harás que todas las cosas estén bien si yo me entrego a Tu voluntad; de modo que pueda ser razonablemente feliz en esta vida e increíblemente feliz Contigo en la siguiente.

Amen.

                                            Reinhold Niebuhr